La técnica de proyectos de Altius, Begoña Baños, se encuentra en la ciudad polaca de Przemsyl desde el 22 de marzo para trabajar con nuestra contraparte en la zona, la ONG Cadena Internacional.
Además de coordinar la recepción y distribución de las donaciones en especie que enviamos semanalmente, atiende a los refugiados que necesitan trasladarse a España. Algunos de ellos serán recibidos y acompañados por Altius en su proceso de acogida.
Lo primero que nos transmite Begoña es el impacto que produce ser testigo del éxodo de familias, mujeres con niños, personas mayores, en las precarias condiciones materiales en las que llegan y la magnitud del dispositivo de primera acogida que se ha organizado en Polonia.
“Estamos muy cerca de la frontera, impresiona mucho las colas que se forman para entrar a Polonia, que a veces duran más de 40 horas, madres con sus niños pequeños esperando en el frío. Una vez que cruzan hay 25 carpas para una atención básica y de urgencia como alimentos calientes, mantas, higiene y zonas para un rato de descanso a cubierto.
Es durísima la situación en la que llegan, personas mayores solas, bebés, la mayor parte van con lo puesto, o con pequeñas bolsas, nos abrazan y nos dan las gracias.
De esta primera zona van a Przemsyl, al centro de refugiados, a una enorme instalación adaptada, donde les espera una estancia corta hasta que puedan viajar y donde se les va ubicando en función de esos países de destino.
Es impactante ver cómo se ha adaptado un gran espacio para albergar a miles de personas, un enorme centro comercial vacío es durante unos días su techo, el lugar en el que se distribuye a los refugiados en salas diáfanas, con miles de colchones. Cuenta con algunos servicios básicos como farmacia, una zona para juegos infantiles y carpas para comida que funcionan las 24 horas del día».
Nuestra labor para ayudar al traslado
«Buena parte de mi trabajo diario se centra en la atención a las personas que quieren viajar a España, en organizar su traslado y acompañamiento. El caos de las primeras semanas afortunadamente ha desparecido, hay un control estricto por parte de las fuerzas de seguridad polacas para la salida de refugiados.
En nuestro caso, lo habitual es que viajen en autobuses de organizaciones humanitarias con las que estamos en contacto y con un destino concreto que hemos acordado con ellos, en algunos casos nos encargamos de su tránsito desde Madrid a otros puntos de España y la mayoría de las veces, gestionamos todo lo necesario para proporcionarles alojamiento desde que llegan a Madrid, bien en alguna de las residencias colectivas que hemos puesto en marcha, o bien en familias ya seleccionadas para la acogida.
Conocemos historias muy duras y aunque la mayor alegría es cuando les despedimos, que puedan salir de allí a un lugar seguro y para vivir en unas condiciones dignas, no dejo de pensar lo durísimo que debe ser viajar a un lugar desconocido sin conocer el idioma y con todo lo que dejan atrás además del agotamiento físico y emocional que sufren”.