Alicia Pérez de la Fuente es una de las formadoras de nuestro proyecto “Jóvenes en la Cocina”, nos cuenta lo difícil y su vez gratificante que es acompañar en su capacitación a alumnos que sufren carencias sociales, de formación académica y en muchos casos afectivas.
La formación y el acompañamiento son claves
Algunos vienen de otros países, aún sin documentación porque llegan a España de forma irregular para buscar algo con lo que ganarse la vida. No tienen experiencia ni formación pero quieren capacitarse para integrarse en un sector con mucha oferta de trabajo.
“Los MENAS, es decir menores extranjeros no acompañados, llegan a Altius derivados por residencias de la Comunidad de Madrid. Encontramos actitudes muy distintas, desde los que están deseando empezar a trabajar a otros que asisten al curso obligados. El problema es que a los 18 años termina la tutela del Estado, estos chicos se quedan en la calle, algunos pueden ir a pisos tutelados, pero solo hasta los 21 años. Otros, aunque tengan familia, no pueden reagruparse por circunstancias que aún no se han solucionado.” nos explica Alicia.
Para conseguir que en ese momento salgan adelante por sí mismos es imprescindible que estén capacitados para trabajar, de otra manera acabarían en la calle, en albergues o en el peor de los casos delinquiendo para sobrevivir.
La experiencia de Alicia es que trabajando adecuadamente con los chicos se consigue: “He visto personas que estaban en el top manta o con muchísima problemática social y ahora están trabajando, hasta en restaurantes con Estrella Michelín, y han logrado tener una vida muy digna”.
Mirarles de un modo diferente
Además de la formación en el sentido estricto, para Alicia es fundamental ofrecerles apoyo emocional conjugando disciplina y cariño: “Casi todos han vivido experiencias muy duras, circunstancias familiares extremas. La clave es mirarles de un modo diferente, transmitirles ilusión, que son uno más en la sociedad y no van a llevar ese estigma que han sufrido siempre, tratarles igual a todos y trabajando de forma multidisciplinar con el equipo de educadores, psicólogos y también ponerles límites cuando es necesario”.
Resultados gratificantes
Alicia como profesional de la hostelería ha trabajado en grandes hoteles, tanto en sala como en cocina, pero siempre ha tenido vocación social. Desde hace años se dedica a la formación en distintas fundaciones y asociaciones para todo tipo de colectivos, en su opinión, los jóvenes son los que necesitan más apoyo porque están en un momento vital crucial: “Mi experiencia con menores tutelados tiene una gran recompensa, mantengo el contacto con ellos, te van contando sus progresos a lo largo del tiempo. Es muy emocionante cuando estás en un restaurante y el camarero que te atiende te saluda entusiasmado con un ¡hola profe! o te mandan un vídeo contándote, ¡mira profe ahora soy chef!”.
Muchos de los chicos dejaron de estudiar en primaria y no han tenido jamás un diploma, en este aspecto Alicia también nos transmite todo lo que se puede lograr: “Hay chicos que entran el primer día mirando al suelo, o al contrario desafiantes, y acaban haciendo un servicio uniformados, muy correcto y seguros de sí mismos. Es una compensación emocional muy grande, me dan un mucho más de lo que yo les doy, ¡el día de entrega de diplomas es raro que no acabe llorando!”.