El encuentro ha sido organizado por Fazla coincidiendo con el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio Alimentario.
- Una de las conclusiones del debate ha sido que una de las claves para luchar contra el desperdicio es la colaboración entre los eslabones de la cadena de valor alimentaria y la optimización a través de la tecnología
- Los estándares de calidad, la falta de fondos y los desafíos logísticos, principales retos del desperdicio de alimentos, según los expertos
- Entre las soluciones que se están implementando destacan la implementación de soluciones tecnológicas y las campañas de concienciación
La bienvenida al evento ha corrido a cargo de Mustafá Ergene, Director General de Fazla, quien ha explicado que el objetivo de la jornada es poner de manifiesto las causas, desafíos y posibles soluciones del desperdicio alimentario en España. En nuestro país, según los últimos datos oficiales del ministerio, se desperdician más de 1.200 millones de kilogramos de alimento año.
El encuentro ha contado con varios expertos en la materia, entre los que han estado Eduardo Pérez, Director de Relaciones Institucionales, Comunicación y Sostenibilidad de Makro; Mª Teresa González García, Directora de Sostenibilidad de Bollo Natural Fruit; Carolina Bonafonte, Directora de Proyectos de Fundación Áurea o Cristina Gómez de Ramón , Directora del Programa 1 Kilo de Ayuda en Fundación Altius.
El mayor problema a la hora de hacer frente el desperdicio alimentario es la logística. En el paradigma que se presenta con el nuevo proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, hay entidades que tiene alimentos para donar y hay gente que necesita esas donaciones, pero el desperdicio está en la logística: quién y cómo organiza, distribuye y transporta esos alimentos”, explica Cristina Gómez, Directora del Programa 1 Kilo de de Ayuda en Fundación Altius.
Por otro lado, María Teresa González, Directora de Sostenibilidad de Bollo Natural Fruit, señala el estándar de calidad que tenemos como la raíz del problema: “la fruta que se comercializa es el 60% de la fruta que se cultiva, buena parte del otro 40% se desecha de la cadena de suministro porque no se considera válida por tamaño o apariencia. Este ideal de fruta perfecta no encaja con el modelo actual de distribución ni de consumición”, apunta.
Para Carolina Bonafonte, Directora de Proyectos de Fundación Áurea, el reto está en la velocidad: “hay que ser muy eficientes para conseguir que se donen los productos frescos desechados de la cadena de suministro. Suele llegar con fechas muy justas por lo que la coordinación con entidades, donantes y personas con necesidades ha de ser rápida y eficaz”.
Oportunidades para luchar contra el desperdicio
Todos los participantes de la mesa redonda coincidieron en la necesidad de apostar por la pedagogía y educación para desmitificar el concepto de calidad y reducir el desperdicio alimentario en España, “bonito no es lo mismo que bueno”, explica González.
Eduardo Pérez, Director de Relaciones Institucionales, Comunicación y Sostenibilidad de Makro, subraya el papel de la tecnología en todo este proceso y para que “cualquier ineficiencia que pueda haber desemboque en un fin social”. explica que su apuesta pasa por trabajar en dos vías: primero, la prevención del desperdicio y después la minimización de este”.
“Entidades como Fazla se convierten en catalizadoras de esa colaboración que es necesaria para que todos esos kilogramos que no han podido ser vendidos, encuentren el camino hacia aquellos que más lo necesitan”, finaliza Bonafonte.
Fazla, la empresa organizadora del evento, es una empresa tecnológica que conecta a productores, distribuidores, minoristas y mayoristas, con organizaciones benéficas y otras entidades que pueden aprovechar estos excedentes de manera eficiente, incorporándolos en la economía circular. En sus 7 años de existencia ha evitado el desperdicio de más de 92.000 toneladas de alimentos, a través de sus diferentes servicios, lo que equivale a 146.000 toneladas de emisiones de CO2, ayudando a más de 1,5 millones de personas necesitadas de manera recurrente.